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Selecciones de Nuestros Cuerpos, Nuestras Vidas

V.   La maternidad  (sección de la introducción)

El tener hijos une, mágicamente, nuestros pasados con nuestros futuros. El tener hijos une a lo más corporal y sensual con lo más sagrado. No todas tendremos hijos, pero todas somos hijas. No todas las mujeres serán madres, pero cada mujer tuvo una madre, conocida o no. El tener hijos nos transforma, nos abre el alma a todo el amor que podemos recibir hasta de las criaturas más vulnerables. Nosotras, en nuestra maternidad, sentimos más que nunca nuestra interdependencia humana. Desarrollamos nuevas fortalezas y nuevas vulnerabilidades. Para crear y criar estas nuevas vidas, necesitamos apoyo de todos los que nos rodean. Necesitamos un medio ambiente sano y un hogar acogedor. Necesitamos suficientes recursos económicos y flexibilidad en nuestras responsabilidades, dentro y fuera del hogar. Dependiendo de nuestras circunstancias, el ser madre puede ser algo que nos llena de orgullo, o que nos lleva a lugares oscuros y tristes. Tradicionalmente, la mujer contaba con las experiencias de otras mujeres, la de nuestras madres, hermanas, abuelas, y parteras, que nos ofrecían sus conocimientos en la extraordinaria transformación del cuerpo y espíritu durante el embarazo, el parto, y lactación. La mayoría de los sistemas de salud más modernos tratan a una mujer embarazada como si estuviera enferma, tratan al parto como si fuera un evento médico, y durante el post-parto se olvidan de la mujer porque una vez que tuvo al bebé, ella deja de ser importante. La partera, con su sabiduría de años, esta allí para ayudar a la mujer a tener una buena experiencia con su embarazo. Durante el parto, ella ayuda a la mujer a dar luz a su beb. Durante el post-parto ayuda a la mujer a recuperar sus fuerzas, le enseña cómo amamantar y la visita frecuentemente para ver cómo le va todo a ella y al bebé.

Lo que nosotras queremos darles a las mujeres que leen estos capítulos es su propia participación en el embarazo y el parto, de la manera que más les satisface, y con reconocimiento de sus derechos y necesidades cuando tiene que utilizar servicios médicos. En esta etapa de la vida, necesitamos más que nunca sentirnos queridas y apoyadas para querer y apoyar a otros. El tener hijos es un privilegio y una responsabilidad que nosotras podemos decidir tomar o no tomar. La creación de una buena vida para nosotras y nuestras familias es algo que requiere esfuerzo en muchos niveles. Es importante acordarnos que hay muchos jóvenes en el mundo que necesitan la educación y el amor de los adultos en sus familias y sus comunidades, la cuna de la mutualidad. La capacidad de crear gente bien amada, que sabe cómo amar a otros, es una responsabilidad de cada miembro de la comunidad. Las generaciones del futuro dependen de nuestro compromiso a aprender a apoyar a las madres y a los hijos que ya existen, luchando. 


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