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Selecciones de Nuestros Cuerpos, Nuestras Vidas

III. Relaciones y Sexualidad   (sección de la introducción)

Los capítulos de esta sección tratan nuestras relaciones más profundas e intimas, las que nos alimentan el alma y el cuerpo con amor y alegría compartida. El fundamento de la buena salud es la mutualidad en todas nuestras relaciones y esta reciprocidad reconoce nuestra interdependencia humana con quienes nos rodean. Más que voces en armonía, o pasos complementarios de un baile, la mutualidad es el cuerpo que fallece si el corazón, el pulmón, y las vísceras que no funcionan en conjunto. La mutualidad empieza con la igualdad. De allí surgen relaciones de apoyo mutuo, cariño compartido, y el respeto y aprecio por las opiniones y sentimientos de otros. De allí también brotan la comunicación abierta, y la expresión sincera de pensamientos y emociones. Cuando las mujeres tenemos problemas tratamos de encontrar juntas soluciones que satisfagan a todos. Tanto las tareas como los placeres se deben compartir de igual manera.

Nosotras creemos que la mutualidad debe de ser modelo para todas nuestras relaciones, ya sean entre hombre y mujer, madre e hijos, mujer y mujer, hombre y hombre, amantes, amistades, vecinas, compañeras de trabajo. La mutualidad es clave para mantener una armonía dentro de nosotras mismas y con nuestras parejas. Cada persona con quien nos relacionamos merece el mismo respeto que tenemos hacia nosotras mismas. En los capítulos anteriores, presentamos la importancia del amor proprio para nuestra salud, y de la socialización que interfiere con esa base fundamental de la buena salud. Estableciendo relaciones de mutualidad, vemos otra vez la importancia de empezar con el amor propio. Valorándonos, podemos buscar formas de relacionarnos que permitan una comunicación abierta y ayuden a resolver nuestros conflictos.

El amor compartido, nos permite descubrir la increíble dulzura y la inspiración entre nosotras y nuestros seres queridos. Cuando compartimos en nuestras relaciones íntimas aprendemos sobre la vida, crecemos, descansamos, nos inspiramos, cobramos aliento y fuerza. Cuando oímos y respetamos lo que nuestros cuerpos nos dicen y como responden a nuestras experiencias, utilizamos una forma de conocimiento que nos beneficia. 


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